Cómo empezó todo
En 2020, decidí tomar las riendas de mi vida y hacer realidad un sueño que llevaba mucho tiempo guardado: tomar la cámara en mis manos y capturar momentos para que queden por siempre. Es curioso, porque todo salió tan fácil, tan bien. Y lo curioso es que había escuchado a otros fotógrafos hablar de lo difícil que a veces puede ser el camino en la fotografía, pero en mi caso casi no pasaba eso. Simplemente lo tomas y lo haces. Disfrutas de cada instante del proceso. Desde crear la idea hasta la edición final. No porque sea algo que «deba» hacer, sino porque realmente me gusta, porque me sale de adentro.
Desde pequeña siempre miré la fotografía con mucha consciencia. Hacía fotos para recordar ese instante, esa luz. Y una vez, mi amiga me invitó a hacer unas fotos con su cámara. Confieso que no tenía ni idea de cómo usarla, pero fue una felicidad tan grande que, desde ese momento, no me separé de la cámara.
Aunque oficialmente comencé a dedicarme a la fotografía hace poco, con cada sesión el deseo de crear y aprender más sigue creciendo. Crece más que cualquier otra cosa. Y eso me hace querer aprender y descubrir cosas nuevas constantemente.
Mi verdadera pasión es crear recuerdos, capturar ese momento que te va a transportar a otro tiempo de tu vida y te hará revivir las emociones que te trae. Creo que cada persona tiene algo único. Todos tenemos esa característica especial que nos hace diferentes, que nos embellece. Mi misión, como fotógrafa, es encontrar eso, resaltarlo con mi mirada y regalarte fotos que realmente te toquen.
No busco modelos profesionales, busco personas que estén dispuestas a crear historias y sueños conmigo.